La oración es vincularnos con Dios. En oración, creas un espacio sagrado en el cual comulgas con Dios. Utiliza el proceso de cinco pasos que te presentamos a continuación para que profundices tu vínculo con Dios, para que eleves tu conciencia de Dios en ti y sientas el poder de la oración.
Aparta un momento para orar cada día. Comienza tu rato de quietud aquietando tu cuerpo y abriendo tu mente a una conciencia de Dios. Respira profundamente, consciente que estás en la presencia de Dios y de que esta Presencia está en ti. Deja ir tus inquietudes y ten fe en que todo está bien.
Cierra los ojos y deja ir cualquier pensamiento del mundo a tu alrededor, comienza a pensar en Dios… acerca de Su presencia en tu vida. Centra tu mente en un pensamiento, una idea o un versículo bíblico que resuene contigo. Repite esta idea una y otra vez, bien sea en silencio o en voz alta, hasta que se convierta en tu único pensamiento.
Permite que este estado mental de concentración te lleve a una conciencia más profunda de Dios. “Estad quietos y conoced que yo soy Dios.” Permanece quieto a medida que comulgas con esta presencia divina en ti.
Reconoce
Reconoce, desde lo más profundo de tu ser, de que eres uno con Dios. Permanece en este conocimiento, en esta comprensión a medida que sientes Su presencia sagrada, es una “comunión silenciosa del alma.” En este estado receptivo de mente y corazón, está atento a la inspiración de Dios, a las respuestas a tus oraciones.
Permite que la gratitud sea tu respuesta gozosa a esta experiencia de comunión con Dios y con Su bondad infinita. Da gracias por las bendiciones en tu vida, y muéstrate dispuesto a recibir tu bien.
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