He aquí algunas verdades bíblicas relacionadas con apariciones,
fantasmas y visitas de espíritus de gente muerta. Hay sólo unos pocos
incidentes que tratan de gente viva que en realidad tiene comunicación
con una persona “muerta.”
a) En 1 Samuel 28:7-19, el rey Saúl buscó a una mujer con un espíritu de
adivinación (demonio) para preguntarle a Samuel acerca de lo que debía
hacer. El hecho de que ella verdaderamente manejara la comunicación con
el muerto, la conmocionó (v.12), indicando que eso no había sucedido con
anterioridad.
b) En Mateo 17:1-8, Pedro, Jacobo y Juan vieron brevemente a Moisés y Elías con Jesús.
c) En Lucas 16:19-31, Jesús cuenta la historia del hombre rico y Lázaro.
En esta historia, podemos aprender que hay dos compartimentos para los
muertos hasta el Juicio del Gran Trono Blanco (Apocalipsis 20:11…)
También en la historia, el hombre rico pide que Lázaro sea enviado de
regreso para advertir a los vivos. Abraham le dice que no serviría de
nada, porque si ellos no creen en la Palabra escrita de Dios, tampoco
creerán aunque alguno se levante de entre los muertos.
De estos tres pasajes de la Escritura, podemos concluir que por ahora,
existen compartimentos en los cuales habitan los espíritus de los
muertos, y que aunque hay pocas ocasiones en las cuales Dios permite
interacción entre los vivos y los muertos, éstas situaciones fueron muy
raras y para nada tan comunes como el contacto entre la gente y los
seres angélicos. También Lucas 16:27-31 indicaría que no les está
permitido a los espíritus humanos, regresar a visitar a los vivos sin
permiso, y si el permiso no es otorgado aún con el propósito de prevenir
a la gente de escapar de la ira venidera, menos sería dado por razones
frívolas.
A diferencia de las dos instancias que tratan de un contacto o
comunicación verdadera con la gente muerta, hay numerosas ocasiones que
incluyen contactos con seres angélicos, tanto ángeles buenos como
ángeles caídos (demonios). Muchas de las situaciones involucran a un
ángel descrito como “el ángel del SEÑOR,” refiriéndose a veces a la
apariencia de la pre-encarnación del Hijo de Dios (Cristofanías). Pero
muchos otros se refieren a ángeles buenos que Dios utiliza para
ministrar a favor nuestro (Hebreos 1:14). Con este fin, algunas veces
ellos manipulan las circunstancias físicas como en 1 Reyes 19:5-7 (el
ángel toca a Elías y lo provee de comida y bebida); 2 Reyes 19:35 (el
ángel hirió de muerte a 185,000 asirios); Daniel 6:22 (el ángel cierra
la boca de los leones), Hechos 12:23 (el ángel hiere a Herodes por
aceptar adoración como si fuera un dios).
De la misma manera, hay hechos registrados, en los cuales ángeles
malvados (demonios) interactúan con la gente. Y también son capaces de
manipular las cosas físicas. En Job 1:12-19, éstos manipulan a la gente
para hacer lo malo; causando que cayera fuego del cielo que consumió al
ganado y las ovejas; así como también que soplara un fuerte viento que
derribó la casa en la que estaban los hijos de Job.
En los evangelios, se registran numerosas ocasiones en las que los
demonios se posesionaban de la gente (Mateo 8:16,28 en ad.; 9:32-33;
12:24; 15:22; 17:18; etc.) En estos incidentes, y muchos otros, la
manifestación de posesión demoníaca involucraba algunas enfermedades
físicas (mudez, epilepsia, ceguera, y algunas veces una fuerza
sobrenatural). Ellos también entraron en los cerdos antes de que se
precipitaran por un despeñadero y se ahogaran en el mar, en Mateo 8:28
en adelante.
Hay que notar tres cosas acerca de los demonios: (1) Los demonios no
tienen poder sobre ninguna cosa que Dios no permita; esto es, Satanás (y
sus huestes de ángeles caídos) son como perros salvajes sujetados con
correas y es Dios quien las sujeta. Ellos pueden hacer solo lo que Él
les permite (Job 1:12; Job 2:6; Mateo 8:31-32). (2) Los casos que
involucran demonios registrados en la Escritura, son más numerosos que
los pocos casos de interacción con gente muerta. (3) Cristo le ha dado a
Sus discípulos autoridad sobre los demonios (Marcos 16:17; Lucas 9:1;
10:9).
Podrías preguntarte, ¿por qué Dios aún permite que los demonios traten
con nosotros? Si ellos están bajo Su autoridad, ¿por qué no les impide
cualquier interacción con los humanos? En la insondable sabiduría de
Dios, Él es capaz de usar sus malos deseos e intentos sobre nuestras
vidas, y obtener algo bueno de ellos para los cristianos. En Marcos 1:13
Dios usa las tentaciones de Satanás para probar la ausencia de pecado
en Jesús. En el libro de Job, Dios usa a Satanás para mostrar la
integridad del carácter de Job, y más tarde recompensar doblemente a Job
por todo lo que experimentó. En 2 Corintios 12:7, Dios usa la aflicción
que Satanás infligió sobre Pablo para evitar que se volviera orgulloso.
En el caso de los no creyentes, Satanás y los ángeles caídos sirven
como un tipo de catarsis trabajando junto con la influencia del mundo no
redimido y los deseos de la naturaleza pecaminosa para mostrar a los
corazones de los inconversos el mal que ya mora dentro de ellos,
mostrándoles de esta manera a ellos y a los demás, lo que es su
verdadera naturaleza caída. (Mateo 15:18-19; Efesios 2:1-3; Apocalipsis
20:7-9)
Ahora, mientras examinamos la Escritura – particularmente las epístolas
que se enfocan en nuestra vida en la “era de la iglesia” – encontramos
muy poco acerca de la manera en que debemos interactuar con los
demonios, excepto el no atrevernos a dirigirnos a ellos basándonos en
nuestra propia habilidad y fuerza (Judas 1:9).
Tampoco se nos dice que nos detengamos a preguntarnos continuamente si
hay demonios trabajando a nuestro alrededor aún ahora. (Los hay… ¡y a
veces se manifiestan ellos mismos!) Pero ya sea que lo hagan o no, ellos
no deben ser nuestro enfoque, ¿Por qué no? Porque, una vez más, ellos
no tienen autoridad, sino la que les es dada por Dios. ¿Quién y qué
entonces debe ser nuestro enfoque? Nuestra atención necesita estar sobre
Dios y los claros mandamientos que Él nos da en la Escritura; si Él es
nuestro centro de atención, no necesitamos temer a nada más (Salmo
27:1).
No debemos dejarnos fascinar por el mundo de los espíritus, sino por
Dios y Su impresionante carácter y atributos (Salmos 27:4; Salmos
73:25). Y si en el curso de nuestro servicio a Cristo y nuestra
dependencia de Él, encontramos manifestaciones de posesión demoníaca o
actividad demoníaca, solo necesitamos volvernos a Él en una simple
oración llena de fe, confiando en Su Palabra y Su Espíritu Santo para
que obre de la manera que Él decida. De hecho, esta es la manera cómo
debemos enfrentar la vida cuando NO hay manifestaciones evidentes de
involucramiento demoníaco, porque con frecuencia Satanás hace su trabajo
más frecuente y efectivo en secreto. Jamás hace que su presencia o la
de sus demonios sea evidente (2 Corintios 11:13-15).
Si sucede que hubiera una manifestación de su presencia de alguna forma,
debemos preguntarnos el por qué. ¿Hay algún ídolo pagano, un fetiche
usado en la adoración pagana, etc. (Deuteronomio 32:16-17; Salmos
106:37-38; 1 Corintios 10:19-21)? O tal vez hay algunos que han
permitido ellos mismos llegar a estar poseídos por un demonio, o hayan
permitido una participación demoníaca en sus vidas por algún pecado
repetido y serio (Efesios 4:27). Cualquier artículo de lo oculto que uno
posea, debe ser quemado, como Pablo y los otros cristianos hicieron con
los libros que fueron quemados en Hechos 19:18 y cualquier pecado
conocido debe ser confesado a Dios (1 Juan 1:9).
En resumen, es bíblico creer en demonios y que lo que la gente cree que
son apariciones, son o ilusionismo fabricado por charlatanes, o
verdaderamente involucran actividad demoníaca, como la visita de
espíritus humanos. El usar canales y búsquedas de guías de “médiums” o
“espiritistas,” o el jugar con las tablas de la Guija, cartas tarot,
sesiones espiritistas, o escuchar música satánica de rock pesado, es
verdaderamente invitar el involucramiento de demonios en la vida de uno.
Es bíblico no obsesionarse con ellos y con el mundo de los espíritus.
En ninguna parte de la Escritura puedes encontrar algún precedente de
hacerlo así. Más bien, debemos impregnarnos de la Palabra de Dios (Salmo
119), con el conocimiento de Cristo (Filipenses 3:8-10), servirle a Él
como sacrificios vivos (Romanos 12:1-2), y buscar hacer discípulos en
todas las naciones (Mateo 28:18-20, etc.). La única liberación del
pecado y del diablo que pueden obtener los perdidos, es a través de la
que se encuentra solo en Cristo (Juan 8:32-36; Romanos 6:16-23; Efesios
2:1-10). Necesitamos concentrarnos en el Evangelio de Cristo para
compartirlo con otros. Ese Evangelio es el poder de Dios para la
liberación del pecado y de Satanás (Romanos 1:16; 1 Corintios 1:18).
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jueves, 25 de abril de 2013
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